viernes, 10 de abril de 2009

MARIPOSA

Ave roja que perdonó Yi
perseguida por las horas

tu no eres el sol, ni la muerte Kua Fu
ni las flores emigran a tu paso voraz.

El bambú te observó
tres mil veces jirafa
y ocho codicias desearon
al sedoso rubí
para su áurea baranda.

Tu vida, látigos de luz
fervor genésico
inmediata de impulsiones glucosas
descarga flujos empíreos de pera ennegrecida.

Tu cuerpo moribundo
crucifixión alada que tras desembarcar
cae como la hojas muertas








MISTERIOS

No me preguntes como pasa el tiempo.
José Emilio Pacheco.


Ni del como las arenas nunca pierden la esperanza
de un día ser montañas inmóviles

Ni de la alegría que no se siente

Ni de la enfermedad asesina

Ni de las luces del atardecer

Ni de las formas imposibles

Ni del canto aerobio que se escapa por la boca

Ni del cárcamo enmohecido

Ni de las casas que bajan por los cerros

Ni de los ojos invadidos por algas verdes de cristal.







PARADOJA


La conciencia es una constante
que semeja al gran sol
sale, se esconde y siempre esta ahí
y un planeta es la imaginación
subordinada al calor al que da sentido.



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